La gastronomía madrileña es admirada y reconocida en toda España. Representa la historia viva de nuestro país y de los ingredientes y materias primas más importantes que nos alimentaron, alimentan y alimentarán.
Como toda gastronomía, la madrileña está plagada de leyendas, costumbres y curiosidades que nos hacen entender qué dio lugar a esos platos tan deliciosos y nutritivos.
Por eso, hoy, en este artículo de ShMadrid, os hablamos de algunas de las curiosidades que rodean a la gastronomía madrileña.
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Cosas que no sabías sobre la gastronomía de Madrid
Para empezar, vamos a hablar de un poco de historia de la capital. Hasta la conquista de Toledo por parte de Alfonso VI, la alimentación habitual en Madrid era similar a la que se consumía en el resto de Al Andalus: una cocina variada, donde la leche, la miel y los dátiles, se mezclaban con la pasta de sémola, el cuscús norteafricano y con los hábitos gastronómicos de la población de origen hispanorromano.
A partir de ese momento, la cocina madrileña fue transformándose muy lentamente hasta que en 1561, Felipe II fijó la capital del Reino de España en Madrid.
Este hecho duplicó en muy pocos años la población del antiguo enclave árabe y empezó a definir uno de los rasgos más característicos de la gastronomía madrileña, la coexistencia de dos cocinas independientes, pero que se entrelazan: la popular y la aristocrática.
Las modas y los gustos, a veces las técnicas culinarias y la necesidad de reducir la ingesta de calorías, han hecho que algunos platos hayan sido olvidados.
Un ejemplo es la rosca madrileña, un frito de una masa-revuelto de carne de ternera bien picada y mezclada con perejil y ajo, todo ello mezclado con puré de patata y huevo.
Otro plato que ya no se consume es la sopa trinchante (sopa que se come con tenedor) y la alboronía madrileña, de claro origen árabe.
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Otra de las curiosidades de la gastronomía madrileña es que, antiguamente, al madrileño le encantaba era hacer dos desayunos.
El primero, que se realizaba muy temprano y cuya intención era quitar el frío y templar el estómago vacío, consistía en unas copitas de aguardiente y unos trozos de letuario, naranja amarga cocida en miel y agua azucarada.
Después de ello y a media mañana, el segundo desayuno consistía en pan con torreznos asados. La tradición madrileña de no estar con el estómago vacío respondía a la falsa creencia, muy extendida, que hacía referencia a que el hormigueo que se siente en el estómago cuando se tiene hambre corresponde a las mordeduras del gusano que habitaba en esta parte del cuerpo y que se ponía nervioso si no tenía alimento.
La única manera de mantener calmado al juguetón gusanito era bebiendo un copazo de aguardiente o dándole algo de comida para entretenerlo, de ahí que haya llegado hasta nuestros días la expresión “matar el gusanillo”.
¿Sabes alguna otra curiosidad de la gastronomía madrileña?
Me parece súper interesante su bloc
Mil gracias no ayuda muchisimo
Un placer
Hola Manell,
Nos alegra mucho que el blog te sea útil, esa es la intención.
Un saludo y muchas gracias.